Miguel es uno de mis mejores amigos de la infancia. A él también le gusta mucho el deporte, la montaña, la bicicleta, y las buenas experiencias. Cuando le explico mis viajes por todo el mundo siempre me dice: “No se por qué tienes esa necesidad de buscar las cosas tan lejos de tu casa. En la provincia de Lleida existen muchísimos lugares increíbles, muchos de ellos desconocidos para la gran mayoría y que ofrecen infinidad de aventuras a muy pocos kilómetros de Barcelona.” Él está dispuesto a enseñármelos y yo estoy contento de que lo haga.

Comenzamos la visita por su capital, Lleida, y por su catedral más emblemática, La Seu Vella. La primera piedra de este templo se colocó en el año 1203 sobre los cimientos de una antigua mezquita, aunque se necesitaron otros 200 años más para concluir su construcción. El resultado fue una de las edificaciones más representativas de la arquitectura catalana del siglo XIII, y por ende, de la arquitectura medieval europea. Subir los 238 escalones del campanario el premio de poder disfrutar de las mejores vistas panorámicas del skyline de la ciudad.
A tan solo 55 kilómetros dirección Este se encuetra el Monasterio de Vallbona de les Monges, una de la paradas obligadas de la conocida Ruta del Cister, un sendero que prosigue el trazado de la GR175, enlazando a través de 108 kilómetros tres monasterios cistercienses: el de Santes Creus, Poblet y Vallbona, y que tanto se puede hacer en bicicleta como caminando.

En bicicleta también se puede llegar hasta el pueblo medieval de Montfalcó Murallat, encuentra encaramado a lo alto de una colina ovalada entre el Río Sió y la Riera de Vergós con impresionantes vistas que dominan la comarca de la Segarra en las que destacan interminables llanuras de campos de cereales entrecortados únicamente por algunas áreas boscosas de pinos y encinas, y carreteras trazadas con tiralíneas.

Una de las experiencias más increíbles me esperaba en Àger, capital mundial del parapente. La zona de vuelo está ubicada un lugar privilegiado, en plena Sierra del Montsec, una imponente cordillera que separa de forma natural Aragón de Catalunya en la comarca de la Noguera. Un espacio protegido, con vistas espectaculares que se ciernen entre paredes verticales encajonadas entre el Congost de Mont-rebei y el Río Noguera Ribagorzana. Uno se siente libre como un pájaro cuando surca el cielo en un parapente biplaza. La descarga de adrenalina está servida.

Subimos por la carretera C12 y N-230 para llegar hasta una de las estampas más icónicas del Pirineo catalán, la iglesia de Sant Climent de Taüll, construidla en 1123, y emblema del románico pirenaico. El Valle de Boi está trufado de bellas iglesias románicas, con esbeltos campanarios de aires lombardos que parecen auténticos rascacielos de piedra levitando sobre el resto de edificaciones. Nueve de ellas han conseguido el logro de formar parte de la lista Patrimonio de la Humanidad.


Al día siguiente nos despertamos temprano, teníamos que estar a las 9:00 en Llavorsí para hacer rafting. Las aguas del río Noguera Pallaresa son un referente europeo en la práctica de deportes de aguas bravas, sobretodo desde mayo a junio, cuando gracias al deshielo de las montañas el río aumenta su caudal. Los primeros 4km son bastante tranquilos, después comienza el rock and roll y las aventuras fuertes con zonas muchos más técnicas y estrechas aunque aptas y seguras para todos los públicos.

Mi amigo estaba empeñado en hacer senderismo y había elegido uno de los lugares más emblemáticos: La Pica d’ estats, que, con sus 3.148 metros, representa el techo de Cataluña. La ascensión desde el refugio de la Vall Ferrera es la ruta más clásica y menos complicada, aunque sus más de 12h de recorrido resulten de todos modos un arduo sacrificio para los no instruidos en la materia. El poeta y sacerdote catalán Mossèn Cinto Verdager, cuyo rostro aparecía en los billetes españoles de 500 pesetas del año 1971, fue uno de los primeros catalanes en coronar esta magnífica atalaya natural en 1883.

Al dia siguiente visitamos el Parque Nacional más famoso de Catalunya: El Parc Nacional d´Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. A los pies del lago más afamado del parque, el Lago San Mauricio, emergen dos picos de descomunal belleza, Els Encantats. Su extraña silueta esbelta y bicéfala es uno de los reclamos publicitarios utilizados habitualmente en esta parte de los Pirineos. El Gran Encantat (2.746 m) y su hermano pequeño, el Petit Encantat (2.733 m) no pasan desapercibidos y son visibles desde muchos de los senderos que recorren el parque. Sus vistas me dejaron impresionado.

Una sensación de cansancio invadía todo mi cuerpo, pero La provincia de Lleida había merecido la pena. Hacía mucho que no encontraba paisajes tan evocadores y descargado tanta adrenalina. Miguel tenía razón, a veces uno busca lejos, cosas que tiene muy cerca de casa.